Un soñador y un Land Rover descubren qué hace funcionar al mundo

Esta es la historia de cómo Matilda (un Land Rover Defender Serie III del 75’), con Christopher Many al volante, dio la vuelta al mundo buscando respuestas...y en 3.000 días.

Darle la vuelta al mundo es el sueño de muchos, el placer que solo unos pocos pueden llegar a intentar, y aún una menor cantidad conseguir realizarlo. Fernando Magallanes (1480 – 1521) y Clärenore Stinnes (1901-1990), son dos de las personas con más importancia en esta hazaña, ya que fueron los primeros en llegar a realizar una circunnavegación completa tanto marítima como terrestre, respectivamente.

Permitiéndonos dar un salto en la historia, llegamos al año 2002, año en el que a pesar de la gran cantidad de personas que habían intentado y alcanzado dicho logro, todavía no existía una persona que lo hubiese intentado y, además, completado en un Land Rover, y mucho menos, en una reliquia con 27 años de antigüedad. Es aquí donde encontramos el punto de inflexión, pero ¿qué es lo que lo causa dicha inflexión?: el nombre de Christopher Many.

Julio 2002. Un hombre se encontraba en las altas montañas de Escocia; tenía un sueño en mente, sueño que de ser anunciado, muchas personas lo hubiesen tachado a él de loco, y a su sueño como algo imposible de lograr. Su sueño consistía “simplemente” en dar la vuelta al mundo en su Defender Serie III del 75’, reliquia que le costó solo unos 800€. Christopher, armado con su pasaporte, una tarjeta de crédito, y unos cuantos bidones de gasolina se embarcó, junto a Matilda (el nombre con el que bautizó a su Defender), en esta travesía.

Ya tenía una meta fijada, que era recorrer el planeta, pero ¿cuál era su plan?: Partir de Escocia, pasar por Escandinavia, ir por toda Asia hasta llegar a América (recorriendo tanto la parte norte como la sur), pasando a África y, finalmente, recorrer el resto de Europa, cruzando los continentes inevitablemente en barco.

Este plan y el llegar a su meta, le tomó nada más y nada menos que, unos 3.000 días, finalizando con éxito este viaje en el año 2010, luego de haber recorrido, aproximadamente, unos 200.000 kilómetros y 100 países.

Como es de suponer, no todo fue color de rosa para Many y Matilda. En el camino se vieron superados por diversas adversidades que eran en sí muy fáciles de predecir, como por ejemplo, las temperaturas extremas, tanto por debajo de 0°(en Siberia, llegando a los -51°), como por arriba de los 40° (en África, donde muchos de los lugares que visitó, superaban con facilidad este número). Si el clima hubiese sido todo lo que representaría los problemas que tendría Many en su camino, todo, a decir verdad, hubiese sido muy fácil. Nuestro viajero también se tuvo que enfrentar, como es normal, a ciertos problemas en los frenos de su coche en la carretera de la muerte en Bolivia, así como también, a dos fracturas en el chasis en África, obviando claro está, averías que tuvo en su coche a lo largo de estos 8 años, años en los que para ser exactos, sufrió unos 1.667 problemas (contados uno a uno en su libro).

Es impresionante ver cómo una persona, solo con la pregunta de “¿qué hace funcionar al mundo?” (el principal propósito de su viaje), haya sido capaz de lograr tal cosa, sin seguir una guía o un manual para hacerlo, simplemente con ganas de aventura, y buscando soluciones a algunas preguntas sin respuesta aparente.

En Left Beyond the Horizon, su libro, Christopher relata uno a uno los países recorridos, cada problema hallado en el camino y cada experiencia inolvidable que vivió en este tan maravilloso viaje. En el libro, podemos encontrar el relato de primera mano, de la mayor experiencia en su vida, además de 351 páginas, 39 fotos y 5 mapas (según la editorial). Este es un libro que, a pesar de estar solo en dos ediciones, la alemana y la inglesa, vale realmente la pena disfrutar, y si se tiene la dicha de saber alguno de estos dos idiomas, esta es una historia que no te puede faltar en tu haber si eres amante de los libros de aventuras (y de Land Rover).

Mi consejo: no esperar para comprarlo, leer y gozar de la mayor aventura de un “vagabundo filósofo”, viendo, qué es lo que hace funcionar al mundo, desde su punto de vista e intentando sentarte en el asiento del copiloto de Matilda.

Ahora les regalo “los acertijos filosóficos” que Many señaló en una entrevista realizada por Uproxx. Vale la pena reflexionar…y si es en el asiento de una Land Rover…mucho mejor…

¿Cuáles son algunos de esos acertijos filosóficos para ti?

Conocer a personas de diferentes orígenes, repletos de historias e ideas únicas, es una de las mayores recompensas de viajar. No hay dos personas que sean iguales; y aunque a menudo encuentro ciertas similitudes, nunca he encontrado clones con creencias, pensamientos, filosofías y sueños idénticos. Cada ser humano es único. Al darse cuenta de esto tiene consecuencias: los viajeros pierden toda la fe en las constantes antropológicas. Nada se cree universalmente, no hay un acuerdo unánime sobre «lo correcto y lo incorrecto», ningún estándar moral o ético colectivo y ninguna religión común a todos.

Los visitantes de cualquier rincón del mundo deben liberarse de los derechos exclusivos de una «verdad» absoluta, y aceptar que cada pensamiento es puramente subjetivo y tan válido como el suyo. No necesita incorporar las creencias de otras personas en su vida, pero lo menos que puede hacer es escuchar y respetar su derecho a opinar diferente.

Después de pasar 18 años en el camino (me fui de Alemania en 1997), hablando con innumerables personas en un centenar de países, sé que una moneda tiene más de dos lados. El verdadero enigma filosófico es cómo unificar la moral y la ética de siete mil millones de personas para que todos podamos vivir juntos en paz. No es fácil, especialmente cuando muchos parecen inflexibles en la obtención de derechos especiales para su país y para ellos mismos, y molestan a los demás.

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